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5 de gen. 2014

Y de repente...

De la manera más inesperada, más tonta. Por la casualidad más absoluta. Así es como llegan las cosas que nunca se buscan, o sí. Y de repente, sin saber porqué, algo se remueve en el estómago. Es una sensación que asusta, que se busca evitar, que se cree controlar, hasta que se pierde el control. Y da miedo, y a la vez gusta.

Cuando no hay respuestas se siente vértigo, se teme a lo desconocido. Y vienen a la mente demasiadas preguntas, y demasiada ansia de buscar explicaciones. Pero después de todo, los sentimientos no se piensan, se tienen o no. Y respiro, cierro los ojos, y sonrío.

A veces te veo frágil, vulnerable. Y otras fuerte, con ganas. Y entonces, trato de intuir lo que hay debajo de tu piel, y me entran unas ganas repentinas de abrazarte que por mucho que quiera, no puedo evitar. Me cuesta poner el freno, por mucho que mi cabeza me hable, y de una u otra forma, el corazón (o lo que sea) siempre termina ganando la batalla. A veces me importa, y otras no. Pero al final todo acaba saliendo, en forma de sonrisas sin sentido, refugios entre abrazos o besos robados.

Pero sea como fuere, quiero dejarte entrar, y que tú hagas lo mismo… conmigo.


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